jueves, 2 de marzo de 2017

Conoceme


Ni pienso lo que escribo, ni escribo todo aquello que pienso. Todo surge solo, las palabras se amontonan y la mano se mueve sola siguiendo los dictados propios de algo difícil de describir.

Se les llama impulsos, esos que en ocasiones sigues, los cuales pueden llevarte a cosas buenas y no tan buenas. Depende cual sea tu actitud en el momento que los sigas, te puedes equivocar o no.

Si pienso lo que debo escribir, quizás no todo lleve una misma fluidez, algo se me olvide o hasta incluso lo pueda omitir.
Pero tampoco puedo escribir todo aquello que pienso por que en ocasiones puede llegar a ser excesivo e incluso algo entendible para los demás.

Y lo que hago, lo que intento trasmitir a los demás es hacérselo entender con más facilidad, como veo yo las cosas, mi mundo, mis razones, es algo parecido a una guía para llegar a conocerme o entenderme.

Hay ocasiones en las que me frustro, me pierdo, porque no puedo hablar o comunicarme de forma verbal de la misma forma en que aquí lo puedo plasmar.

La palabra se pierde a mita o se olvida, de ahí el bloqueo, la ansiedad y el malestar. Odio cuando eso ocurre, yo misma me castigo creyendo que no lo puedo mejorar. Eso ocurre porque al despertar solo puedo recordar todo aquello que he hecho mal.

Sé que todo cambiaria si al llegar la noche pensara que he conseguido a lo largo del día y como lo mejoraría al siguiente en una sola palabra: Superarme.

Me dejo muchas palabras en el tintero, lo sé pero tengo toda una vida por delante, mucho por aprender, ofrecer y crecer. El mundo no se hizo en un solo día ¿Verdad? pues yo tampoco puedo explicar en ese tiempo todo aquello que me está por llegar.

Como las pelis buenas, aún quedan muchas partes o sagas (paginas) que llenar de lecciones, sabiduría y aprendizaje, solo que esta yo misma sé como seguirá y como finalizar.

A.M.S

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