Ni pienso lo que escribo, ni escribo todo aquello que
pienso. Todo surge solo, las palabras se amontonan y la mano se mueve sola
siguiendo los dictados propios de algo difícil de describir.
Se les llama impulsos, esos que en ocasiones sigues,
los cuales pueden llevarte a cosas buenas y no tan buenas. Depende cual sea tu
actitud en el momento que los sigas, te puedes equivocar o no.
Si pienso lo que debo escribir, quizás no todo lleve
una misma fluidez, algo se me olvide o hasta incluso lo pueda omitir.
Pero tampoco puedo escribir todo aquello que pienso por que en ocasiones puede llegar a ser excesivo e incluso algo entendible para los demás.
Pero tampoco puedo escribir todo aquello que pienso por que en ocasiones puede llegar a ser excesivo e incluso algo entendible para los demás.
Y lo que hago, lo que intento trasmitir a los demás es
hacérselo entender con más facilidad, como veo yo las cosas, mi mundo, mis
razones, es algo parecido a una guía para llegar a conocerme o entenderme.
Hay ocasiones en las que me frustro, me pierdo, porque
no puedo hablar o comunicarme de forma verbal de la misma forma en que aquí lo
puedo plasmar.
La palabra se pierde a mita o se olvida, de ahí el
bloqueo, la ansiedad y el malestar. Odio cuando eso ocurre, yo misma me castigo
creyendo que no lo puedo mejorar. Eso ocurre porque al despertar solo puedo recordar
todo aquello que he hecho mal.
Sé que todo cambiaria si al llegar la noche pensara
que he conseguido a lo largo del día y como lo mejoraría al siguiente en una
sola palabra: Superarme.
Me dejo muchas palabras en el tintero, lo sé pero
tengo toda una vida por delante, mucho por aprender, ofrecer y crecer. El mundo
no se hizo en un solo día ¿Verdad? pues yo tampoco puedo explicar en ese tiempo
todo aquello que me está por llegar.
Como las pelis buenas, aún quedan muchas partes o
sagas (paginas) que llenar de lecciones, sabiduría y aprendizaje, solo que esta
yo misma sé como seguirá y como finalizar.
A.M.S
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